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Segunda experiencia: Y cumplirán el propósito para el que fueron creados

9/7/2021

1 Comentario

 
Antigua lámpara de aceite
​Imagen del padre Shadi Beshara
¿Por qué descienden los hombres, siendo que el amor del Señor es un ascenso? La gente soporta fardos pesados que les curvan las espaldas hasta hacer que sus frentes toquen el suelo. Les impiden enderezarse y elevar la cabeza para ver la faz de su Señor. Tratan de liberarse a sí mismos y a los demás de estas cargas. Cada uno se deshace de ella colocándola encima de los demás, haciendo que sean otros los que lleven el peso, lo que a la postre, hace que sus propias cargas sean más pesadas aún.
Solo Jesucristo puede liberar a todos los seres humanos de sus cargas, lastres y pesos, ya que un esclavo no puede poner en libertad a otro esclavo. El hombre nace atado a sogas y cadenas, y queda maniatado en amarras con las que se ha criado y con las que permanece a lo largo de la vida, siendo muchos los que mueren sin poder zafarse de ellas.
​
La gente se acostumbra a sus cadenas, las cuales se convierten en parte de sus vidas, haciendo que sea difícil librarles de ellas. El brillo de las cadenas les ciega los ojos para que no vean más la faz del Señor, y el ruido de sus cadenas es tan ensordecedor que ya no les deja oír Su voz. Se jactan de sus relucientes ataduras, las cuales les refrenan, y se deleitan en el tintineo de las cadenas, las cuales les aprisionan; los grilletes siguen siéndolo, no importa lo mucho que brillen, y la cadena que les esclaviza sigue siendo cadena de cautiverio, incluso si fuera de oro. En vez de sacarles brillo a sus grilletes, destrúyanlos, y en vez de componer música con el tintineo de sus cadenas, desháganlas para que queden libres de todas ellas.

El Señor sufre al vernos como esclavos encadenados, buscando la felicidad allí donde no se encuentra: las personas por quienes se hizo Él hombre, para darles libertad y por quienes murió y resucitó de entre los muertos, para dar vida y felicidad eterna.

- Su felicidad en este mundo no es de este mundo; pues si de este mundo fuera, en él se quedarían ustedes.

- Su felicidad no reside en piedras, pues éstas no la pueden dar. ¿Por qué los hombres corren en busca del oro? ¡Bien vale más el hombre que el oro! Es hijo de Dios y su valor está en sí mismo. El oro no libera al hombre de sus cadenas; sólo las hace brillar un poco más.

- Su felicidad tampoco viene de otros seres humanos, pues ellos no pueden ofrecer la felicidad ya que no la poseen, y nadie puede dar de lo que no tiene.

Solamente Jesucristo puede darles la verdadera felicidad. Los hombres, no obstante, se han enorgullecido, viviendo entre el asfalto y el cemento. Sus mentes se han vuelto como el asfalto, y sus corazones como el cemento. De sus mentes no manan sino ideas oscuras y sombrías, y sus corazones están endurecidos; son crueles y carentes de amor. Los hombres se han convertido en materia inerte que se mueve sin espíritu; algunos se parecen a rocas que se desplazan emanando olores a pecado. Altivos como son, se empeñan en procurar la felicidad en el pecado, el cual, a la postre, no les da más que angustia, tristeza, miseria y vacío en la vida. Se han vuelto orgullosos; se jactan entre ellos mismos, unos ante otros, y en contra de Dios. ¿Es que no saben que Dios puede pulverizarles en un abrir y cerrar de ojos?

Pero grande es el amor de nuestro Señor. Él ama enormemente a los hombres porque ellos son sus hijos, y les ha hecho luz del mundo.

Toda persona es una antorcha de luz, creada por nuestro Señor para iluminar el mundo. Cada persona es una lámpara hecha por nuestro Señor para brillar y dar luz. El que toma una lámpara lo hace para esclarecer la oscuridad. Pero estas lámparas no se interesan sino por su exterior: colorean y pintan sus pantallas, decorándolas y llenándolas de adornos. Estas pantallas que Dios había hecho finas y transparentes para proteger la luz, se volvieron gruesas y oscuras, y bloquean la luz, de modo que el mundo se ha quedado sumergido en las tinieblas. Estas lámparas que nuestro Señor hizo para portar la luz e iluminar al mundo se transformaron en obras de arte, adornadas y coloreadas, pero incapaces de dar luz. ¿Para qué sirve una lámpara que no alumbra la oscuridad? Una lámpara en la oscuridad no se ve si no ilumina. No importa cuán hermosa sea una lámpara, pues su luz es más bella aún.

El mundo se pierde en la oscuridad, y esto ocurre siendo ustedes su luz. Su vaso debe recuperar la finura y transparencia a fin de alumbrar al mundo y realizar la meta para la que Dios les creó a ustedes.

Dios hizo a cada criatura para realizar el propósito de su existencia. Contemplen las criaturas de la tierra: cada una de ellas lleva a cabo su deber con suprema precisión e integridad, y no hay ninguna miserable. La menos estimada de todas es, ciertamente, más feliz que un pecador. El día del Juicio Final, el hombre pecador no se preocupará tanto del duro juicio como se avergonzará ante la grandeza del amor de Dios, este amor que creó el universo y que dio la vida. El amor es el único tesoro acumulado en este mundo que permanecerá para acompañarles en la otra vida.

Todos los tesoros de ustedes, todo su dinero, su gloria y sus logros que pensaron que eran sus posesiones en este mundo, permanecerán en este mundo; aún sus huesos, no les pertenecerán más. Solamente el amor les acompañará al otro mundo, y todo aquel que comparezca vacío de amor ante el Señor, morirá de vergüenza, y ese será el momento de su muerte verdadera, y no la que aconteció al dejar este mundo.
Si el hombre no se transforma en amor, morirá, pues Dios es amor, y solamente el amor es eterno. Dejen que reine el amor sobre sus corazones y que sea la humildad la que gobierne sus mentes. Oren y arrepiéntanse. Oren a Jesucristo, y Él les escuchará. Ábranle sus corazones, y Él entrará en ellos para colmarles de paz. Pero oren desde lo más hondo de sus corazones; que no sea mero balbuceo de palabras que salen de sus labios mientras sus corazones están con otro señor. Nuestro Señor sabe lo que está en sus corazones y Él quiere sus corazones.

No se cansen buscando la verdad fuera de Cristo. La verdad no existe fuera de Él. Cristo es la verdad, y cuando conozcan a Cristo, conocerán la verdad, y ésta los hará libres. Cristo quiere que sean libres. No tengan miedo; sean fuertes y confíen en que Cristo ha vencido al mundo.
1 Comentario
Miguel Morales
7/25/2024 06:40:49 am

Hermosas enseñanzas, sabias palabras, alimento para el Alma, luz al entendimiento, fortaleza y gracias para corregir lo que haya que corregir ahora que tenemos tiempo aún. Gracias por esta maravillosa lección. Bendiciones 🙏

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