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Duodécima experiencia: Cristo es el fundamento del edificio de Dios

9/7/2021

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Monasterio de Annaya (Líbano)
Monasterio de Annaya (Líbano). Imagen de Naanouh Productions.
La lámpara se llena de aceite cuando su luz se empieza a apagar en la absoluta oscuridad. Ahora la lámpara se está oscureciendo, su luz se debilita y las tinieblas son completamente negras. Llenen sus lámparas de aceite antes de que se apaguen y queden envueltos en penumbra.
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Ocúpense del aceite de la lámpara al lado de cuya luz deben mantenerse despiertos. Estén atentos al aceite de la lámpara que alumbra sus noches. Cuiden de la lámpara que les guarda. Su lámpara se está apagando y la luz de su hogar se ha ido oscureciendo. Están ustedes absortos, viendo lo que está delante e ignorando la luz que les alumbra en sus tinieblas.

Iluminen la oscuridad con su lámpara, ya que es de noche; no duerman en negrura esperando que brille la luz del día. Cuando resplandezca la luz del día, empieza otra labor, y les preguntarán sobre la labor nocturna. Si la luz de su lámpara se apaga a falta de aceite, llénenla de aceite, no se queden en vela con la lámpara de su hermano dejando que la suya se apague; les preguntarán por su lámpara bajo la cual deberían permanecer en vigilia, y aquella se apagó. Que brille la luz en toda lámpara hasta que amanezca el día. Una lámpara se llena de aceite; no se llena de buenas intenciones y deseos ni con el agua de la humillación; cuiden de la luz de su lámpara durante su trabajo y su producción.

Vuelvan a examinar sus prioridades. Su escalera está al revés. El peldaño pequeño está debajo y el peldaño grande está arriba. Vean como se construye el edificio del constructor sabio: la piedra más grande abajo, y la más pequeña arriba. Hoy en día mucha gente construye sus paredes al revés: ya no distinguen entre lo grande y lo pequeño, lo primero y lo último, lo importante y lo primordial. Un muro cuya piedra más pequeña esté en la parte inferior y cuya piedra más grande esté en la parte superior se desmoronará y el edificio se derrumbará. Muchos son los muros que se derrumban y las uniones que se rompen por culpa de la ignorancia de los trabajadores y el orgullo de los constructores.

Levanten ustedes su edificio con sabiduría; construyan sobre el fundamento de Cristo, piedra esencial para toda su construcción sobre la que se apoyan todas sus coyunturas. Coloquen sus piedras grandes en los cimientos y las más pequeñas encima; y si en una de las paredes de su edificio ven que hay una piedra grande en la parte superior y una piedra pequeña en los cimientos, derrumben su pared entera y vuelvan a construirla. No importa cuán grande y alto sea su edificio, mejor será que lo vuelvan a construir desde el principio que dejar que se derrumbe, se hunda y se desplome encima de su cabeza o de las cabezas de sus hermanos o sus hijos.

Tengan la certeza que si Cristo no es el fundamento de todo edificio, éste se desmoronará y se derrumbará. No se dejen impresionar por altas construcciones cuya base sea el hombre, ya que se desmoronarán, sin importar cuán elevados sean, y el tiempo los borrará de la memoria. Si usted ya tiene construida su obra y ha descubierto últimamente que no fue edificada sobre Cristo, derrúmbela y vuelva a hacerla. Una planta edificada sobre Cristo es mejor que una elevada torre que derribe el viento. Cristo es el fundamento del edificio del Señor, ustedes son sus piedras vivientes y el Espíritu Santo es la piedra angular. Cristo sostiene todo el edificio y el Espíritu reúne todas las piedras del arco y apoya a las paredes. El Espíritu es espíritu de amor. El amor es la piedra angular. Si se quitase el Espíritu, eliminaríamos la piedra angular, el arco se rompería, las piedras se separarían y todo el edificio se derrumbaría.

El Espíritu Santo, espíritu de amor, es la piedra angular que guarda el pacto. Cada piedra del edificio tiene su lugar; cada piedra en una planta recibe el apoyo de las piedras de debajo y lateralmente de otras piedras a las que también apoya a su vez. Por encima hay piedras a las que soporta. Cada piedra ha sido cortada para ocupar su lugar. La piedra que falta de un edificio deja un espacio hueco en su lugar, lo cual también deja pasar la lluvia, el aire, el polvo y el viento. No dejen espacios entre una piedra y otra, o de lo contrario el edificio terminará siendo débil. Tampoco dejen arena entre piedra y piedra, pues la lluvia se intensificará y se acumulará la nieve haciendo que la arena se deslice y el edificio se desmorone. No es la arena lo que mantiene pegadas entre sí a las piedras, sino que es el poder del Espíritu lo que mantiene juntas a las piedras de la edificación.

Permanezcan firmes en el edificio del Señor. Perseveren en construir el Reino y sean piedras vivientes en el templo del Señor; la piedra que no esté en el templo del Señor sigue siendo una piedra del montón con las demás; tiene volumen pero carece de forma, lugar o función, no es más que una piedra amontonada con otras piedras.

Ríndanse en las manos del Señor, Sabio Constructor; dejen que Él les pula y les talle; permitan que Él elimine lo que les sobra y perfeccione lo que les falta; dejen que el Señor les dé forma, tamaño y lugar. Ya sean ustedes piedra grande o pequeña, cada uno tiene su lugar según el tamaño al que fueron cincelados.

Permitan que el Señor les edifique y entonces tomarán su propio lugar en la planta. No se coloquen en el sitio que les llama la atención: si ocupan un puesto más grande del que les corresponde sobresaldrán y se descoyuntará toda la pared, y si toman un lugar demasiado pequeño quedará un hueco alrededor de ustedes. Ocupen su propio lugar, apoyen a lo que está por encima de ustedes, apoyen a los que les rodean y apóyense en aquel que les lleva. Cristo carga con todos, mientras que el Espíritu les junta y les dirige.
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