Raimundo Francisco Náder, nació en el Líbano en 1961, es cristiano maronita, casado y padre de tres hijos. Completó sus estudios universitarios en la Universidad de San José en Beirut, donde obtuvo un título en Ingeniería Electromecánica. Más tarde, en Londres, se especializó en física nuclear y trabajó en tecnologías avanzadas. Desde que era niño, le fascinaba la historia de la creación y el universo. Durante la guerra civil libanesa (1975-1990), Raimundo regresó a su país para estar con sus padres y sus compatriotas, incorporándose a las fuerzas cristianas libanesas y participando en varias batallas para defender a la comunidad cristiana. Sirvió como oficial de alto rango y fue el comandante de la escuela de oficiales. Tras finalizar la guerra, regresó a la vida civil y trabajó como director ejecutivo de una empresa sueca en Beirut.
“Estaba yo orando, igual que lo hago desde hace muchos años, y esta vez delante del eremitorio de San Chárbel en Annaya… Me encontré en otro mundo… todo se había detenido. Ya no veía las velas, que yo había encendido, ni los árboles, ni el suelo…No oía sonido alguno… No podía sentir mi cuerpo. Comencé a ver—mas no con los ojos—cosas que jamás había visto en la vida. Había dejado de oír con los oídos, pero comencé a oír lo que jamás antes había oído. Empecé a sentir en mi corazón lo que jamás antes había sentido, como si mi corazón ya no estuviese hecho de carne y sangre. Vi una extraña y asombrosa luz, distinta a todas las demás que hubiera visto alguna vez: era un mar luminoso que se extendía desde un extremo del universo al otro. El sol se asemejaría a una pequeña vela, comparado con aquella luz… Pero no era una luz natural; a pesar de su intensidad no deslumbraba ni quemaba… Una luz suave y delicada; tenue, pero fuerte y poderosa al mismo tiempo. Tenía un color cristalino y era luz extremadamente clara y pura. Me sentí como si fuese una diminuta gotita de agua, nadando en un enorme mar de maravillosa luz cristalina… Me encontraba muy seguro, como un bebé pequeñito, nadando confiadamente en el agua del vientre de su madre… Experimenté un gozo indescriptible y un gran asombro. No sabría decir si estaba de pie, sentado, nadando o en otra posición que desconozco. Lo que sí sé era que estaba en presencia de un ser supremo, o dentro del corazón de un ser muy poderoso y maravilloso. Esta presencia es la perfección de poder, conocimientos, así como de compasión y de amor… me sentí como si estuviera en contacto con un ser mientras, al mismo tiempo, me comunicaba con todas las criaturas del universo. Parecía que todo el universo se había convertido en uno y yo era parte de ello. Como si el universo se derritiera en esta luz y también yo me derretí en él. Entonces, entré en un diálogo con aquella luz. Me hablaba sin palabras, sin voz, sin lenguaje, pero de una manera más elocuente que cualquier idioma. Aquella luz me hablaba directamente al alma y se dirigía directamente a mi mente y a mi corazón, sin pasar por los oídos ni los ojos ni por ninguno de mis sentidos terrenales, de los cuales ya no era consciente... Me dije: “Debo estar soñando”. La persona me respondió a Su manera y en Su idioma sin palabras, sonidos o lenguas, haciéndome comprender claramente, y de manera que no daba lugar a equívocos, malinterpretaciones o explicaciones erróneas, que yo no soñaba. Aun así, me repetí a mí mismo: “Desde luego, que no estoy consciente…”. De la misma manera, precisa y maravillosa, me explicó que yo estaba, en este momento, en el punto culminante de vigilia, y que jamás en toda mi vida había alcanzado un nivel de consciencia sobre mi existencia y mi ser como el que tenía en aquel momento. Era como si Él me dijera: “Ahora estás más consciente de lo que estado nunca en tu vida. Estás en el momento más consciente de tu vida”. Entonces comencé a preguntarme dónde estaba, qué era esa luz, quién era el que me hablaba. Era en aquel momento presa del más asombroso sentimiento que pueda sentir jamás una persona: una gran paz, un gozo indescriptible y una felicidad intensa y absoluta…una claridad completa y maravillosa… un amor puro y fuerte que superaba millones de veces todo lo que se encuentra en los corazones de todos los humanos. Un amor tremendo y grandioso, pero que no se parece al de los hombres; esto era otra cosa… un gran amor divino que sólo esta luz podría comunicar… Cuando se apoderó de mí este sentimiento maravilloso y yo me fundí en él, ‘oí’ que Él me dijo: “Soy Yo”, como si le hubiera conocido desde hace muchísimo tiempo; desde mi nacimiento o tal vez desde antes. Me pareció que Él me conocía perfectamente, desde que me formé en el seno de mi madre, y aún antes de que fuera formado… como si conociera mejor que yo mismo todos los átomos de mi cuerpo, y todas y cada una de las células de mi cerebro, y como si se percatara de los pensamientos de mi alma y mis sentimientos mucho mejor de lo que lo hacía yo. Sentí que estaba totalmente desnudo ante Él y que aquella luz atravesaba mi cuerpo de una parte a la otra... En aquella luz no hay sombras; Él se infiltra a través de todo… Sentí que entraba en cada rincón de mi corazón. Me preguntaba cómo podría hacer para que esta luz se quedara en mí para siempre, y que yo permaneciera siempre en Él, y que si Él quisiera marcharse que me llevara consigo. Pero Él me contestó, a Su manera, como diciéndome: “Yo estoy siempre aquí y en todo lugar. No me voy a ninguna parte... Estoy siempre en el tiempo y fuera del tiempo, en el espacio y fuera de él”. Esta experiencia mística duró cuatro horas. Raimundo intentó entender todo lo que le había ocurrido, pero no lo consiguió, pues esa maravillosa sensación continuó ardiendo en su alma. Recogió su biblia, sus velas y otras pertenencias y se dirigió hacia su automóvil. Explicó lo siguiente: Llegué al automóvil, me quité el suéter y al subirme la manga vi [la huella de] cinco dedos en mi antebrazo. Estaban grabados como una mano sobre mi brazo y los rodeaba un resplandor rojo como si hubiesen sido impresos a través del fuego. Pero yo no sentía más que calor. Emprendí el viaje a casa, y al llegar, cuando mi esposa vio mi brazo, se santiguó y me preguntó de quién era esa mano [impresa]. Sentí entonces un gran alivio. Ya no necesitaba más pruebas. ¡Lo que me había ocurrido era real!” Esta marca milagrosa en su brazo y su corazón le cambió la vida. Raimundo se puso bajo la autoridad de la Iglesia y cumplió con la solicitud de la misma de documentar el evento, tras haber sido evaluado física y psicológicamente. El Dr. Nabil Hokayem, cirujano plástico de Beirut, examinó la marca en el brazo de Raimundo tres veces (en 1994, 1995 y 1996). En su opinión profesional, la marca es una quemadura de tercer grado que destruye tanto la capa superior como las inferiores de piel. El médico dijo que la primera vez que vio la quemadura, quiso tratarla y vendarla como se hace habitualmente, pero Raimundo se negó, diciendo que no le molestaba. Aparte de no causaba dolor alguno, el médico explicó que era raro que la quemadura no dejara cicatriz, sino que más bien fue desapareciendo poco a poco hasta “curarse por completo”[3]. Raimundo sigue convencido de que San Chárbel la estampó sobre su brazo para asegurarle que su experiencia de la presencia de Dios era tan real como la marca en su brazo. Transcurridos cinco días, la herida se sanó por completo sin más y sin dejar cicatriz alguna[4].
Miles de personas se han unido a “La Familia de San Chárbel” desde 1995, bajo la dirección de la autoridad de la Iglesia Maronita, y se ha ido extendiendo a otros países. Su principal objetivo es vivir realmente acorde al Evangelio, las enseñanzas de Jesucristo y la Iglesia. Después de nueve años de experiencia y estrecha observación por parte de la Iglesia (conforme a las reglas para aceptar nuevos grupos dentro de la misma), La Familia de San Chárbel recibió el reconocimiento oficial como comunidad eclesial[6] en el año 2010. En 1996, Raimundo empezó a trabajar en Télé Lumière, estación de televisión cristiana con sede en el Líbano, cuya difusión va dirigida tanto al Oriente Medio como a todo el resto del mundo. Él es el director ejecutivo del canal satélite de Télé Lumière, Noursat. Raimundo ha estado viajando por todo el mundo desde el 2000 promocionando Télé Lumière y Noursat, y trabajando para ampliar la cobertura de la estación al mundo entero, mejorando sus programas y equipos, y estableciendo grupos de “La Familia de San Chárbel” (en Estados Unidos, Polonia, Ucrania, Reino Unido, Francia, Australia…), con la profunda convicción de que el mensaje de Cristo que transmite amor, paz y entendimiento entre los pueblos debe alcanzar a todos los corazones de la tierra. En el 2007, profundamente conmovido por las palabras del Papa San Juan Pablo II, “El Líbano es más que un país, es un mensaje”, Raimundo fundó el “Movimiento Mensaje del Líbano”, con el objetivo de colaborar en la reconciliación y el establecimiento de lazos entre distintas facciones libanesas divididas por las guerras. Como presidente de “La Familia de San Chárbel”, presidente de “Movimiento Mensaje del Líbano” y director ejecutivo de Noursat, Raimundo dedica su vida al servicio de nuestro Señor, difundiendo Sus Buenas Nuevas e invitando a la gente a responder al llamamiento de Dios para que cada ser humano pueda alcanzar la voluntad de Dios en su vida, la cual consiste en llegar a ser santo siguiendo el ejemplo de Jesucristo. Hasta la fecha (2021) los encuentros con San Chárbel de Raimundo se han repetido 100 veces. Todos se han producido en Annaya, en el Líbano, salvo dos veces en la iglesia del Monasterio de la Santísima Trinidad[7] en los Estados Unidos. Durante estos encuentros, la marca se renueva una o dos veces al año. Hasta el momento ha recibido 45 mensajes, de los cuales se han publicado dieciséis hasta el momento. [1] Ubicación del Monasterio de San Marón y el Santuario de San Chárbel (http://saintcharbel.com/)
[2] Testimonio detallado en vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=7UatXxxzk_Y&t=307s&ab_channel=FamilyofSaintSharbel-USA [3] Artículo de Catholic News Agency (2019) [4] Revista Love One Another [Amaos] (8/2007) - http://www.loamagazine.org [5] https://www.ayletmarcharbel.org/[6] Fue aprobado inicialmente por el obispo de Joünié, Antoine Nabil Andari (vicario patriarcal), el difunto patriarca maronita, Nasrallah Boutros Sfeir, miembro del Consejo para el Apostolado de los laicos y después por el Consejo para el Apostolado de los laicos, conforme al canon 18 del Código de los Cánones de las Iglesias Orientales y el canon 575 del mismo Código. [7] https://www.maronitemonks.org/
2 Comentarios
Mery Luz
4/7/2024 12:16:20 pm
Quisiera ser parte de la familia de San Chárbel
Responder
Felipe Gomez Leon
9/27/2024 08:54:12 pm
Quiero conocer más a fondo esta experiencia y multiplicarla en Colombia.
Responder
Deja una respuesta. |
|