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Cuarta experiencia: Hay que vencer la debilidad

9/7/2021

1 Comentario

 
​(Raimundo recibió este mensaje el Viernes Santo de 1996).
Una cruz en una vieja puerta de madera
A cada candado, su propia llave y cada puerta tiene una cerradura que se abre solamente con su propia llave. La muerte cerró la puerta del Cielo y el pecado la bloqueó. La Cruz es la llave que libera la cerradura del pecado, suelta el cerrojo de la muerte y abre la puerta del Cielo. La Cruz es la llave de la puerta del Cielo; otra llave no hay.

La puerta del Cielo se encuentra allí donde se unen el cielo y la tierra, en la cima del Calvario. Es conocida la puerta, palpable y visible, y todo el que tenga ojos la puede ver. Algunos piensan que no tiene cerradura y que se abre con sólo empujarla. Pero cuando uno se acerca a ella, se da cuenta que tiene una cerradura que no abre sino con su propia llave.

La verdadera llave no la podemos conocer sino cuando la introducimos en la cerradura. No hay más que una sola llave verdadera: la Cruz de Cristo. No se fatiguen buscando otras llaves aparte de la Cruz para abrir las puertas del Cielo, ni intenten en vano fabricarlas. Muchos son los que se pasan la vida concibiendo sus propias llaves, fundiendo y formando llaves de diseño propio, esperando poder abrir con ellas la puerta. Otros muchos se burlan de la Cruz de Cristo. Ante la puerta del Cielo, se revelará la verdad y se comprobará que todas las otras llaves fracasarán.

Toda su vida es un viaje encaminado hacia esta puerta. Allí se llegará al final de la peregrinación, y tendrán la propia llave en la mano para abrir y entrar. Si no, se quedarán fuera, sin poder entrar, con la otras llaves que habrán fracasado y quedarán ustedes decepcionados. Lleven la Cruz de Cristo, que ésa es la llave de la puerta del Cielo.

Lleven la Cruz de Cristo con gozo, determinación y coraje; no hagan caso de los burlones, no se detengan ni lloren con los que gimen, y no se lamenten cada vez que les vaya mal. Los lloros y los lamentos no van con la historia de la salvación, lo mismo que la puerta del Cielo no se franquea con golpes de pecho y empujándola con gritos y lamentaciones. Son las lágrimas de conversión las que hacen la historia de la salvación. Una sola lágrima basta para abrir la puerta del Cielo: la lágrima del arrepentimiento que humedece la mejilla del que cree con valerosa fidelidad.

Es preciso vencer su debilidad y no tomarla como pretexto para dejarse llevar. Si llevan la Cruz de Cristo, ningún sufrimiento les doblega, ni abate ninguna fatiga. Caminarán con firmeza, con paciencia y en silencio. Cuando lleguen a la puerta, comprobarán que el gozo del arribo supera, con mucho, los sufrimientos y las fatigas del camino.

El camino del Calvario en este rincón del mundo es largo, y la Cruz de Cristo en el Oriente la llevan ustedes a la espalda. Sus enemigos son numerosos porque ellos lo son de la Cruz. No les tomen como enemigos. Háblenles siempre el lenguaje de la Cruz, aunque sean enemigos suyos. Los meses y los años futuros serán muy difíciles, muy duros, amargos y tan pesados como la Cruz.

Sopórtenlos con profunda oración que emane de su fe, con paciencia que proviene de la esperanza y con amor que viene de la Cruz. La violencia regirá toda la tierra. El planeta se herirá con puñales de odio y de ignorancia. Todos los pueblos que lo habitan se tambalearán bajo el peso del dolor. El pavor se abatirá sobre toda la tierra como un viento, y la tristeza desbordará en el corazón de cada hombre. Personas ignorantes y hostiles llevarán el destino de sus pueblos, y los precipitarán al desespero, a la miseria y a la muerte, a causa del rencor ciego que ellos llaman “justicia”, y a causa de una lúgubre ignorancia que llaman “fe”. El odio y la ignorancia dominarán los cuatro puntos cardinales. Mas ustedes, resistan y permanezcan firmes en la fe y en el amor.

Cambiará la faz de la tierra, pero conserven ustedes la faz de Cristo. Fronteras, comunidades y sistemas humanos serán borrados y escritos de nuevo, y los pueblos desmayarán bajo el poder del hierro y del fuego. Pero ustedes manténganse en un amor sin límites. Salvaguarden su comunidad eclesial y que su regla sea el Evangelio. Sean el ancla que salva a los barcos de navegar por mares rugientes. Sean sus corazones el puerto de paz de todo hombre perdido, desamparado, que pide ayuda. Oren para que se ablanden los corazones endurecidos, para que se abran las mentes oscurecidas, para reducir las catástrofes y los horrores. No tengan miedo: al final la luz de Cristo se elevará, la señal de la Cruz relucirá y la Iglesia se iluminará.

Resistan firmemente con su fe en Cristo y no teman; confíen en el Dios de la resurrección y de la vida. A Él sea la gloria, por siempre.
1 Comentario
Miguel Morales Amador
8/2/2024 06:17:39 pm

Amén 🙏 Amén 🙏 Amén 🙏 Creo, Espero,Adoro y Amo a Jesús y la Santa Cruz. Pido perdón por los que no creen, no esperan, no adoran, no aman a Jesús y la Santa Cruz. 🙏

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