Icono maronita de Jesús Desde antes del principio existía el amor. Todo vino a través del amor y sin él nada existiría de lo que existió desde el principio, o de lo que existe ahora, o lo que será por siempre. Desde el principio, existe el amor; la base del universo, su ley y sus normas, es el amor. Cuando todo acabe, sólo el amor permanecerá; todo lo ajeno al amor perecerá.
Dios es amor y verdad. Dios es el verdadero amor. El mundo de Dios es el mundo del amor, el mundo de la verdad, y no hay verdad fuera del amor. El hombre no se realiza sino a través del amor y no conocerá la verdad sino en el mundo de Dios. El hombre le pertenece a Dios; es hijo del amor, hijo de Dios, y su verdadero hogar es el mundo de Dios. Hay un camino que conduce al mundo de Dios, y ese camino es Cristo. Él es la verdad encarnada del amor. Él es la manifestación de la verdad de la vida y el camino al mundo de Dios. Todo hombre está llamado a transitar por ese camino mientras dure su viaje desde este mundo al otro. Igual que hace al viajar en este mundo, el hombre debe traerse provisiones y armas en su trayecto hacia el otro mundo. Pero la única provisión y única arma será sólo el amor. Pero este amor tiene que abarcar gratuitamente a todos los seres humanos, sin esperar nada a cambio, sin condiciones y sin límites. Es así como Dios les ama a ustedes, así que ámense, pues, mutuamente en este mismo amor, con el amor de Dios. Por sí mismo, el hombre no puede ofrecer este amor, sino que lo obtiene de Dios a través de Jesucristo, para llenarse de él, en espíritu. Para esto tiene que orar. Sólo por la oración se adquiere el amor de Dios Padre, fuente del amor; del Dios Hijo, Jesucristo, amor encarnado, y este amor es el Espíritu de Dios en el hombre. Oren, pues, para alcanzar este amor, a fin de amar gratuitamente a todos los hombres, sin límites ni condiciones, como ama Dios, y serán entonces los hijos de Dios. El hombre nació del corazón de Dios y retornará a al corazón de Dios.
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